La Laguna Brava


La Laguna Brava, a 447 km de la Ciudad de Guatemala y con una extensión de 4 km, es la laguna más grande de Guatemala, y en mi opinión, la más hermosa. Tiene un origen volcánico, y sus aguas fluyen subterráneamente entre cenotes, ríos y otras lagunas, conectando incluso con México. Lo que la hace aún más especial es la claridad de sus aguas, un resultado de las acciones de la comunidad Chuj, que protege la zona con medidas simples pero efectivas. Entre ellas, está la prohibición de lanchas con motor a gasolina y un plan de manejo de desechos sólidos. Además, la pesca masiva está prohibida, lo que mantiene el ecosistema en perfecto estado.

Para llegar, hay tres entradas principales: Aldea El Aguacate, Yalambojoch y San José Frontera, cada una con su propio encanto natural. Al llegar a la Aldea El Aguacate, como ya eran las dos de la tarde, decidí quedarme en el Hotel La Esperanza por Q125.00 la noche. El lugar es sencillo, pero acogedor, aunque te advierto que a las cuatro de la madrugada puede que escuches anuncios en Chuj por los altavoces. Al día siguiente, madrugue para desayunar antes de emprender el recorrido de 7 km desde El Aguacate hasta la laguna. Desayune en el Restaurante La Cascada (si lo encuentras cerrado, puedes preguntar en la tienda de abajo; seguro que te atienden con gusto). La comida fue sencilla pero suficiente; el omelette con café o jugo de naranja por Q35.00* estuvo bien.

Al llegar a la garita, he pagado Q25.00* que es por persona. Si no tienes un 4x4 o prefieres no caminar, puedes alquilar un pickup de algún comunitario por Q300.00* ida y vuelta.

A unos tres kilómetros de la laguna, hay un mirador que te recomiendo no perderte, las vistas son espectaculares. Ya en la laguna, he notado que hay dos restaurantes, una tienda y habitaciones disponibles para quien desee pasar la noche. También puedes acampar, pero debes llevar tu propio equipo. Tuvimos la suerte de disfrutar de un día despejado, perfecto para capturar algunas fotos increíbles. (Es recomendable revisar el clima antes de ir, ya que puede cambiar rápidamente).

Nos ofrecieron un recorrido en lancha hasta las cascadas de la laguna por Q30.00* por persona, y por supuesto, aceptamos. El tour nos llevó a paisajes impresionantes y a una caminata sencilla hasta una poza de agua cristalina y fría, donde pude nadar. Después de la caminata, almorce en el Restaurante La Terraza, y puedo decir que fue la mejor comida del viaje. El lugar estaba impecable, y su especialidad, el pescado frito, fue delicioso por Q75.00*. Tras el almuerzo, preguntamos si podíamos acampar, y nos dijeron que sí, sin costo*. Así que monte mi campamento y compramos leña en el restaurante para hacer una fogata por la noche. Para la cena, los trabajadores de La Terraza nos prepararon una comida típica, acompañada d e u n café caliente, perfecto para el frío que empezó a sentirse con la llegada de la noche y la neblina. (Te recomiendo llevar equipo contra la lluvia y ropa abrigada, porque el clima en esa zona es muy cambiante).

Al día siguiente, que ya era mi tercer día, me he despertado con todo mojado a mi al rededor por la lluvia de la madrugada, pero el cielo estaba despejado y el día prometía ser espectacular.

A las ocho ya estaba desayunando de nuevo en La Terraza. Pedí que me prepararan una refacción para llevar, ya que realizaría un tour en lancha hacia los cenotes. Este recorrido cuesta Q350.00* y dura unas seis horas, por lo que es importante salir temprano. El guía nos llevó a remo unos 10 km, y luego hicimos una caminata de una hora y media por el bosque hasta los cenotes. Fue una experiencia increíble. Caminamos entre el desbordamiento de la laguna, nadamos en el Cenote Azul, con sus aguas cristalinas, y bebimos agua del Río Caracol, que desaparece bajo tierra y se cree que reaparece en México, a menos de 2 km de allí.

Toda la experiencia me hizo reflexionar sobre la importancia de proteger nuestro entorno y mantener el equilibrio ecológico. Almorce frente al Cenote Azul, disfrutando del paisaje, y luego regresamos al muelle, donde nos esperaba la lancha. El viaje de regreso fue igualmente impresionante: las montañas cubiertas de árboles creaban un paisaje de tonos verdes que parecía de otro mundo, y los cantos de las aves rompían el silencio mientras navegábamos por las aguas cristalinas de esta hermosa laguna. Al llegar al campamento, desmonte todo y volví a la Aldea El Aguacate, dejando atrás un lugar mágico al que sin duda volveré.

Consejos para tu viaje:

Lleva snacks, fruta, pan, queso, plataninas y suficiente agua para evitar comprar botellas plásticas y reducir tu impacto ambiental. La gente de El Aguacate es amable, aunque al principio puede parecer algo reservada. Pero una vez que te conocen, son muy acogedores.

La próxima vez, definitivamente haré el viaje con una agencia de turismo. Conducir es agotador, y las carreteras no están en las mejores condiciones. Además, creo que un tour organizado sería más económico.

Lleva más ropa de cambio, especialmente zapatos impermeables. Las botas están bien, pero el agua puede ser más profunda de lo que parece.

No olvides una bolsa impermeable para proteger tus dispositivos electrónicos, ya que gran parte del recorrido es sobre agua y, además, puede llover.

Dedica más tiempo a explorar la zona de Huehuetenango, porque hay muchos lugares interesantes cercanos que valen la pena visitar.

Si tu plan incluye quedarte en El Aguacate, lleva tapones para los oídos. Los altavoces con anuncios pueden ser molestos si no estás acostumbrado.

Si tienes alguna restricción alimentaria, lleva tu propia comida o una estufa portátil.

Lleva suficiente efectivo, ya que no aceptan tarjetas de crédito* y el cajero podría no tener dinero disponible.

*Los precios pueden haber cambiado desde que se realizó este viaje.■



La Fragata.

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La Fragata: Espero que hayan disfrutado de la lectura